Palma, 24 de abril de 2020-. Calles vacías, carteles colgando de los balcones, ventanas iluminadas y una voz en off que asegura que todo irá bien mientras suena un piano de fondo que nos predispone a las emociones. Son tantos los vídeos de este tipo que circulan por la Red estos días que su efecto se ha diluido al ritmo vertiginoso al que se diluían los abrazos, los besos y los reencuentros.

Las campañas de publicidad en tiempos del COVID-19 han emulado a la perfección el comportamiento del virus: han aparecido de forma repentina y se han reproducido a la velocidad de la luz sin apenas mutaciones. La inmunidad de grupo ya es un hecho consolidado; tenemos todos los anticuerpos para que ese mensaje melancólico y triste ya no cale.

Ante esta situación, la única vacuna para frenar la indiferencia que parece probada es la diferenciación estratégica. Es momento de abandonar la inercia y crear campañas osadas, a la par que respetuosas con los efectos de esta crisis en personas y empresas, que se cuelen por los resquicios de esa rutina publicitaria martilleante que no hace más que acrecentar la ineludible monotonía de estas semanas.

Desde Mallorca Global ya estamos trabajando en diferentes propuestas para que las empresas puedan salir con el mínimo daño posible de esta crisis despojándose de esa pátina de pesadumbre y afrontando con claridad lo que todos deseamos que llegue, que llegará: el final del túnel.

Ahora tenemos la oportunidad de radiografiar nuestras compañías en busca de esas características que nos convierten en únicos y que, si somos capaces de comunicar de forma eficiente, nos proporcionarán desde ya mismo una ventaja competitiva que se hará mucho más visible cuando todo esto termine. Para entonces, podremos responder a nuestras audiencias con el mensaje que esperan.

Entre todos tratemos de evitar en lo posible que la crisis sanitaria del Gran Confinamiento se convierta en la crisis económica de la tercera década del siglo.

Por Virginia Servera